martes, 1 de marzo de 2011

El supersticioso Ascari

El gran Fangio tuvo pocos rivales a su altura durante su carrera, pero si uno podría realmente haberle hecho sombra al astro argentivo, ese era Alberto Ascari. Y es curioso que Fangio en su día: "Ascari tenía un contra... era muy supersticioso".

Yo sinceramente no creo que éste fuese un hándicap del italiano, quizá todo lo contrario. La verdad es que, de haber seguido sus presentimientos y corazonadas, quizá se habría retirado de viejo y no por ese maldito accidente en Monza...

De Ascari se dice, por ejemplo, que si veía un gato negro prefería dar el rodeo que hiciese falta antes que cruzarse con el felino. Enzo Ferrari  recordaba entre carcajadas la broma que gastó a Ascari antes de una cena de la Scuderia en una trattoria: habían llegado 11 asistentes a la cena y sólo faltaba por llegar Ascari, así que il Commendatore pidió a un camarero que se sentase hasta que llegase éste. Cuando Ascari llegó y vió que era el 13º comensal, fue incapaz de sentarse a la mesa hasta que pidieron al camarero que podía irse...

Alberto Ascari era un superclase, no muy conocido entre la afición actual, pero que tiene aún varios récords vigentes, algunos de ellos nada desdeñables... por ejemplo, sigue siendo el piloto italiano más exitoso de la historia y el último en haber ganado el campeonato de F1 al país transalpino. Ganó 2 títulos mundiales, algo que sólo han conseguido otros 13 pilotos en toda la historia. Además, sigue en su poder el récord de victorias consecutivas en F1 (un total de 9)

Tras vencer en los campeonatos del 52 y 53, siendo el único que pudo "interrumpir" la increíble racha de 5 títulos de Fangio entre la 51 y la 57, Ascari ficha por Lancia. Como él mismo reconoció, Ferrari no podia colmar sus expectativas salariales, así que Gianni Lancia rompió la hucha y desembolsó 12.000 euros (de la época) para contar con Ascari en la temporada 55. Tras retirarse en Argentina, Ascari llega a Mónaco con muy buenas sensaciones y con un Lancia que parecía que por fin podría disputar la hegemonía de Ferrari y Mercedes.

Como algunos pilotos habian profetizado en la vuelta de reconocimiento del día anterior al GP de Mónaco, el que tocase los sacos de arena que la delimitaban caería fácilmente al Mediterráneo. Bien porque Alberto tocó el parapeto, porque se deslizó en la mancha de aceite que Moss había dejado en la vuelta anterior, porque se le bloquearon los fatigados frenos del Lancia o porque la luz del sol le deslumbró a la salida del túnel, Ascari se fue con su Lancia al fondo del puerto deportivo. Cuando la gente esperaba lo peor, Ascari emergió del fondo del agua con su inconfundible casco azul celeste y, ayudado por los hombres rana que habían sido sabiamente apostados allí por la organización, fue rescatado. Su Lancia seguiría el mismo camino horas más tarde junto con algunos enseres personales de Ascari, como sus gafas y cartera.

 Zambullida de Ascari entre yate y yate

Ascari reconoció, en el artículo que escribía tras los GP, que había sido muy afortunado y que tan sólo habia sufrido golpes y magulladuras en su costado derecho y un fuerte golpe en el tabique nasal. El médico le prescribió una semana de reposo, ya que una fractura en el septum nasal podría causarle una embolia, que el italiano no respetaría.

Él 26 de Mayo, tan sólo 4 días más tarde de su accidente y uno más tarde de ser dado de alta en el hospital, Ascari se entera que sus amigos Castellotti y Villoresi se encuentran en Monza probando un Ferrari sport. Aburrido por la inactividad se acerca a Monza, no sin besar a su querida Mietta antes, prometiéndola que estaría de vuelta en casa antes de comer. Cuando Castellotti se baja del Ferrari, Ascari pide probarlo. En sus propias palabras "mejor meterse en un coche enseguida después de un accidente".

Ésto sorprendió a todos los que le conocían, pero accedieron a su deseo. ¿Por qué debía sorprenderles? Bien, en primer lugar porque Ascari era increíblemente supersticioso en lo que concernía a la vestimenta que llevaba al correr: nunca corría sin su casco azul celeste ni su inseparable ropa (camisa de lana y pantalones con grandes bolsillos delanteros, también azul claro) Tal era su preocupación en cuanto a esto que no dejaba que absolutamente nadie tocara sus pertenencias. Ese día Ascari no llevaba su casco azul celeste, dado que la hebilla de cuero que lo sujetaba a su barbilla se había dañado en el accidente de Mónaco y todavía estaba siendo reparado. Además, en lugar de sus pantalones y camisa azules, Ascari vestía traje y corbata.

Ascari con sus habituales casco e indumentaria azules

En segundo lugar, Ascari se había resuelto a no correr nunca en un día 26, ya que su padre, el gran Antonio Ascari, había muerto en un día 26, en el Julio de 1925. Ascari no disputó un sóilo GP en su vida un día 26, pero no le importó subirse al Ferrari sport ese aciago 26 de Mayo.

Si Ascari habia tenido en cuenta estos presagios o no nunca lo sabremos, pero pidió su blanco casco y unos guantes a Castellotti, se metió la corbata por dentro de la camisa y aceleró el plateado Ferrari 750, que todavía no había sido pintado de rosso en Maranello. A la tercera vuelta, los presentes en Monza dejaron de escuchar de repente el bramido del Ferrari, a lo que siguió el estruendoso sonido de un coche dando vueltas de campana. Villoresi supo que su amigo no saldría del accidente, y los peores presagios se confirmaron al llegar a la Variante Vialone donde se produjo el accidente (desde entonces se llama Variante Ascari) ya que Ascari yacía lejos del coche. No llegó con vida al hospital.

Respecto a los motivos del accidente, unos dicen que se confió con un coche y neumáticos Englebert desconocidos para él, otros que la corbata le tapó la visión, otros que sufrió una embolia por la fractura en su nariz, no pocos creen la historia de un cura que recibió en confesión a un pobre hombre lamentándose de haber sido el causante del accidente al cruzar indebidamente el circuito provocando la salida de pista...

El caso es que se fue alimentando una cierta leyenda en torno a su muerte, y la verdad es que hay una serie de hechos que, cuanto menos, son curiosos:
- Alberto no corría nunca sin su casco e indumentaria azules, excepto esa tarde en Monza
- murió, al igual que su padre Antonio, un dia 26 y, también como su padre, a la edad de 36 años y 48 semanas
- precisamente porque su padre murió un día 26, Alberto nunca corría los días 26 y odiaba ese número. El día de su accidente en Mónaco portaba el 26 en su Lancia (nunca antes lo habia llevado) y se mató en Monza un dia 26
- tanto él como su padre, ganaron 13 GP. Antes de ganar su 14º GP, se mataron en accidente
- ambos se mataron 4 días más tarde de haber sufrido un aparatoso accidente sin consecuencias, y ambos se mataron en una curva a izquierdas aparentemente sencillas

 Alberto portando el funesto 26 que marcaría su vida y muerte

La muerte de Alberto fue un auténtico drama para toda Italia. Su último y querido campeón se iba de forma inesperada. Sin embargo, Alberto siempre había estado seguro que su fin le esperaba en el asfalto, tras una curva a izquierdas. Como él mismo había confesado a quien quisiera escucharle, "soy estricto con mis hijos porque no quiero que se encariñen conmigo ya que algún día después de una carrera puede que no vuelva a casa".

2 comentarios:

Xavi Hernandez dijo...

Supersticiosos estos italianos, leyendo tu excelente entrada me viene a la mente el caso de Ugo sivocci, piloto de Alfa quien para alejar el gafe que según el tenia esa escuadra pinto un trébol de cuatro hojas sobre su auto. Consiguió ganar la Targa de 1923. Pero en Monza ese año durante unos entrenos falleció. Su auto no portaba el quadrifoglio.
Saludos.

Torpeman dijo...

Muy buen post, si señor. Genial. Parece que has cogido ritmo tras tranto tiempo desaparecido. Animo!

P.D.: ese cachuli me recuerda a alguien....jejejeje