sábado, 19 de febrero de 2011

Rob Walker, gentleman

Gentleman es la palabra que mejor definiría a este auténtico mito de las carreras en general, pero también de la F1. Admitámoslo, Rob Walker no es alguien muy conocido para el público español de la F1, menos aún para el público que se incorporó al gran circo a raíz de los éxitos de Alonso, pero en Inglaterra era una auténtica institución. Sólo por eso merecería la pena dedicarle unos minutos, pero es que, además, su vida es más que interesante...

Rob Walker, si supiese que sus bisnietos patrocinan McLaren, no sonreiría tanto...

Si lo primero que os viene a la mente al leer su apellido es la franquicia de whisky Johnnie Walker, aparte de que podáis tener más vicio que Pocholo, la verdad es que no andaríais nada desencaminados. Rob no sólo pertenecia a la familia Walker, propietaria de la destilería escocesa, sino que a los tiernos 3 añitos heredó todo el emporio sito en Kilmarnock. Su padrastro y madre gestionaron la fortuna hasta su mayoría de edad, pero a esa edad sus miras ya no estaban en el negocio de los licores espirituosos... Rob había ido a unas carreras en una playa francesa, y supo que no podría dedicar su vida a otra cosa.

Su padrastro le apoyó y le compró una moto. Con ésta y con los coches de la familia el joven Rob, todavía sin edad para conseguir el carnet de conducir, se divertía en los terrenos de la casa familiar. Su madre, en cambio, no dormía pensando que su retoño se dedicase a correr, así que prometió comprarle el coche que quisiese, siempre que no fuese de carreras: Rob, que comenzaba a despuntar como gentleman, eligió un Rolls Royce...

Rob Walker y Jo Siffert en Mónaco 65. Siffert parece estar cosiéndose el mono...

Sin embargo, el Rolls no fue suficiente para hacerle desistir. Al Brooklands Racer, que ya poseía, Rob sumó un Lagonda deportivo cuando cumplió 20 años. En esa época se cuenta cómo, corriendo en Le Mans, paró a las 6 en boxes para cambiarse. Como él decía, un gentleman no lleva zapatos marrones después de las 6, así que se puso un traje, se cambió de zapatos, y continuó corriendo en traje hasta la mañana siguiente... como decíamos, gentleman, genio y figura hasta la sepultura. 

La Segunda Guerra Mundial truncó algo su carrera, ya que fue destacado en diversos destinos hasta el final de la misma, cuando vuelve a Inglaterra y gana varias carreras menores como piloto. Sin embargo, pronto, y es la parte que más nos interesa a nosotros, se convierte en el patrono de un equipo. Primero en fórmulas menores, finalmente se decide por la F1.

La importancia de este equipo, llamado Rob Walker Racing Team, es tal que es considerado el equipo privado más exitoso de todos los tiempos, aparte de haber contado entre sus filas con auténticos mitos como Graham Hill o Stirling Moss. El equipo debuta en una carrera propiamente dicha de F1 en 1953, el el GP británico. Sin embargo, sus inmediatas apariciones se limitaron a carreras entre clubs británicos.

No es hasta 5 años más tarde que Rob se concentra en carreras de renombre internacionales, donde sus bólidos, vestidos con la bandera escocesa (es decir, azules oscuros y cruzados por 1 gruesa línea blanca), comenzaron con fuerza. El francés Maurice Trintignant gana en Argentina y Stirling Moss (que corría con Rob cuando sus compromisos con Vanwall lo permitían) gana en Mónaco. Si consultáis las estadísticas  oficiales de F1 de la época veréis que el equipo vencedor no es Rob Walker Racing Team, sino Cooper-Climax. La razón es sencilla: el de Rob era un equipo totalmente privado, que nunca construyó un coche, sino que compraba chasis y motores y contrataba a los pilotos para hacerlos correr.

Aparte de muchos otros no puntuables, en la 59 volvió a ganar 2 GP puntuables, el de Portugal e Italia, con Moss al volante, que acabó esa temporada 3º en la clasificación final. Precisamente Moss recuerda con mucho cariño a Rob Walker, al que define precisamente como un gentleman. Como el propio Moss relata en una anécdota, "en su pasaporte decía que su profesión era "Gentleman", eso lo definía"

En 1960 Rob cambia el chásis a Lotus y consigue la primera victoria para la marca inglesa (si, sí, habéis oido bien, el primer GP ganado por Lotus es con el equipo de Walker) en Mónaco con Moss. Ese año Moss repite 3º en la clasificación final. En la temporada 61, Moss vence en los GP puntuables de Mónaco, por tercer año consecutivo, y Alemania. Además, en el GP británico, Rob hace correr, por primera vez en un GP puntuable, un F1 con tracción a las 4 ruedas. 

El Lotus 18 con los colores escoceses con el que Moss ganó en Mónaco'61

La temporada 62 es un annus horribilis para Rob: se ve obligado a dejar de contar con Moss tras su accidente en Goodwood, Trintignant es demasiado mayor para continuar y no puntúa ni una vez, y los  Ricardo Rodríguez y Gary Hocking se matan al volante de sus coches en México y Sudáfrica. Entre 1963 y 1968 no tiene demasiado éxito, no puntuando prácticamente a pesar de cambiar de pilotos, chasis y motorización en varias ocasiones. El GP británico de 1968 vería la última de las victorias en F1 del equipo de Walker, la novena. La de 1970 sería la última temporada del equipo en F1, con un Lotus 72 y Graham Hill de piloto, que, a pesar de sus 40 años, consiguió un meritorio 4º puesto en España.

Después el equipo continuó en carreras menores o apoyando otros equipos hasta 1974, mientras Rob se dedicaba a gestionar la carrera de jóvenes promesas y a escribir como especialista en F1 para la edición americana de la revista del motor Road&Track.

Sin duda, la F1 ha cambiado mucho... cuando pensamos el dinero que han gastado en la era moderna grandes marcas, como Toyota o BMW, para apenas puntuar, es cuando valoramos más el tremendo éxito de un equipo privado como el de Rob Walker y la importancia de su gesta.