Es conocido por cualquier aficionado que los monoplazas Mercedes de F1 son tradicionalmente de color plata, de ahí su apelativo "Fechas de plata".
Lo que es menos conocido entre los aficionados es porqué lucen ese color, puesto que los Mercedes no siempre han "vestido" el color plateado.
En los inicios de la competición automovilística, antes de que existiera la F1, los coches lucían un color determinado dependiendo del país de origen del coche. Esta costumbre se inició cuando Gordon Bennet, el millonario americano dueño del New York Herald, propuso en 1900 crear la Copa Gordon Bennet.
En esta copa, cada país de los que ya tenían un club del automóvil (Francia, Bélgica, Inglaterra, Alemania, Italia y Estados Unidos) podía inscribir tres coches, debiendo pintar cada uno del color "emblema" de su país para poder diferenciarlos. Así, los franceses serían azules, los belgas amarillos, los alemanes blancos...
Así que desde 1900 los coches alemanes, como Mercedes, competían pintados de color blanco. Sin embargo, en 1934, sucedió algo que cambió esto para siempre.
Durante el pesado previo de los bólidos antes de un Gran Premio, se encontró que el Mercedes W25 pesaba 751kg, es decir, 1kg sobre lo permitido. El más tarde piloto de carreras, en aquel entonces jefe de mecánicos del W25, Hermann Lang, relata lo ocurrido:
"Estábamos todos discutiendo que debíamos hacer con ese kilo extra. Finalmente decidimos quitar la pintura así que nos pusimos a trabajar. Los coches habían sido pintados de blanco muy cuidadosamente para conseguir un acabado excepcional, pero el chasis, al ser de aluminio moldeado a mano, era muy irregular.
Esto significaba que se había aplicado mucha masilla al chasis antes de pintar, lo que hizo que, más que la pintura en sí, el coche se fuera de peso."
Así, una vez lijados los chasis y dejar el aluminio "desnudo", los Mercedes lucían un original aluminio bruñido, asemejando a plata, por lo que fueron bautizados "Flechas de plata".
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