Cuando uno piensa en Lotus visualiza una estampa en la que el protagonista es un monoplaza verde surcado por una línea amarilla o, si somos algo más jóvenes, un bólido negro con las letras JPS en sus flancos…
Sin embargo, he elegido otra fotografía para mi pequeño tributo a Lotus. En ella no se ve a Colin Chapman, Jim Clark o Ayrton Senna… no se ve ningún bólido verde, negro o amarillo, sino un pálido monoplaza rojo y dorado. Esta foto no es la más típica que pude encontrar de Lotus, seguro, pero cuenta una historia, y por eso me gusta.
El caso es que, como tantas cosas en esta vida, el dinero tuvo la culpa. Lotus había firmado un jugoso contrato publicitario y cambiaba su ya atávico verdigualda por el rojo y dorado que lucían las cajetillas de tabaco de Gold Leaf. La publicidad de una tabaquera, que iniciaba entonces ese largo idilio que ha mantenido con la F1, había llegado y Colin Chapman había sido el primero en aprovechar la oportunidad. El inglés, como en tantas otras ocasiones, iba un paso por delante del resto.
El caso es que la temporada comenzó el mismo 1-Enero-1968, en Sudáfrica, donde el gran Jim Clark conseguía su 25ª victoria en F1. También era su 72º GP en F1 y, lamentablemente, el último. 3 meses más tarde, en una prueba de F2 en Hockenheim, perdía la vida.
El equipo Lotus quedó desolado ya que Jim era muy querido por su honestidad y calidad humana. Además estaba su calidad como piloto, que llevó a Chapman a reconocer: “para mi, Jimmy siempre será el mejor piloto que el mundo jamás haya conocido”.
En medio de esas circustancias, el equipo se desplazó a España para la segunda prueba del Mundial. En el histórico Jarama, Graham Hill se deshizo de Hulme y se hizo con la victoria para Lotus. Pero en su mente, sólo quería vencer por Jimmy. Al finalizar la carrera Graham declaró: “Estaba encantado de vencer en España después de toda la tristeza que hemos sufrido.”
Y por eso me gusta esta fotografía. En ella vemos a Hill haciendo volar un Lotus 49 vestido de unos desconocidos colores sobre las curvas del circuito madrileño. En su mente un solo pensamiento: rendir su particular tributo a Jimmy. No sabemos si Colin Chapman esa tarde cumplió su tradición (lanzar su gorra al aire cada vez que uno de sus coches ganaba), pero de seguro pensó que esa victoria de verde habría sido más bonita...